Los enfoques de la formación de futuros profesionales están cambiando a entendimientos más amplios, que contemplan los diferentes actores que conviven en los espacios.
Hay dos urgencias a solventar en las ciudades colombianas y del mundo, que se hicieron más evidentes en la coyuntura de los últimos años: la desigualdad social y el cambio climático. Así lo sostiene Juliana Montoya, jefe del pregrado en Diseño Urbano y Gestión del Hábitat de la Universidad Eafit, al explicar que aunque parezcan dos agendas separadas, la realidad es que están muy relacionadas y se necesitan equipos interdisciplinarios, que sepan y puedan trabajar en conjunto, para avanzar en cada una.
“El diseño de las ciudades, el urbanismo, ha estado a cargo de los arquitectos, pero necesitamos una ciencia que sea capaz de estudiar los territorios, los entornos urbanos y rurales, en esa escala; porque los arquitectos pasamos desde el detalle de la ventana, hasta los territorios. A mí sí me parece que deberíamos hacerle espacio a una ciencia integradora que sea capaz de asumir este reto desde el principio, porque nos encontramos en el momento en que el planeta ha estado más urbanizado y los seres humanos, por primera vez, estamos llevando al colapso la biodiversidad; entonces se requiere de todo el talento humano posible para rediseñar el mundo, para rediseñar esas formas de vivir en las ciudades, de vivir en el trópico”, analiza Montoya desde Urbam, el Centro de Estudios Urbanos y Ambientales de la Universidad Eafit.
A una conclusión similar llegó la arquitecta Martha Fajardo en el acto inaugural del III Encuentro de Enseñanza e Investigación del Paisaje 2021 de la Universidad Católica de Córdoba en agosto de este año, donde resaltó la importancia de que los arquitectos sepan responder a los entornos complejos, propios de Suramérica, para revertir la desigualdad y los problemas ambientales, incluidos los de salud pública. Esto les exige no solamente ampliar su campo de acción y estudio, sino interesarse por otros factores que pueden afectar sus proyectos, como la política. Por otro lado, señaló que parte del éxito de las iniciativas que surjan de estos estudios deben estar profundamente relacionados con las comunidades a las que afectan para que tengan resultados exitosos. “No podemos, como profesionales, trabajar solos, necesitamos trabajar con las comunidades, conocerlos, ser embajadores de ellos y no imponer nuestros diseños”, afirmó.
Además del esfuerzo por formar en la interdisciplinariedad y el panorama particular de Sudamérica, Montoya siente que es necesario ejercitar la empatía, no solo con los demás seres humanos, sino también entre las especies. Uno de los ejercicios que hace con los estudiantes del pregrado en Diseño Urbano y Gestión del Hábitat es la exploración de entornos específicos, por ejemplo, los acuíferos del Valle de Aburrá y zonas de Medellín como “el nuevo norte” y su cambio de infraestructura social, que comprende el Jardín Botánico, el Parque Explora y el barrio Moravia. «Hay dos acciones transformadoras para nosotros: diseñar y gestionar. Las herramientas básicas del diseño vienen una vez se entienda lo que significa ponerme en la mirada de las otras especies, que me ponga en los zapatos de las otras personas, ahí ya vienen las herramientas propositivas de lo que podríamos pensar: mejores escenarios, un mejor mañana y cómo gestionarlas”, explica.
Dejar los referentes extranjeros y el diseño de escritorio es el enfoque de varias escuelas en Latinoamérica, y por supuesto, la sugerencias para los arquitectos que están ejerciendo en esto momento. La apropiación de lo público y el interés por conocer otros puntos de vista, también son necesarios para poner el oficio en función de encontrar las soluciones que necesita el mundo actual.