El aislamiento obligatorio hizo que las ciudades miraran hacia estos espacios del hogar / Artículo El Tiempo
Algunos músicos también lo han aprovechado para dar conciertos a sus vecinos.Foto: Mauricio Moreno. EL TIEMPO
20 de mayo
Olga Ospina hizo de su balcón su pequeño paraíso en la ciudad. El 28 de marzo, cuando apenas empezaba la cuarentena en Bogotá, salió a su balcón de unos pocos centímetros de ancho, se sentó en una silla, ajustó un enorme chelo entre sus piernas y comenzó a tocar. La música fue libre y salió a volar por la carrera séptima. “Quédense en casa. La Filarmónica de Bogotá está con ustedes y les trae un mensaje de música”, dijo en ese entonces. La imagen fue portada de EL TIEMPO y le generó alegría a esta chelista.
“Fue muy bonito hacerlo”, recuerda más de un mes después, pero lamenta un detalle: “Desafortunadamente, el ruido ha vuelto y no me permite hacerlo de nuevo. He tenido que tocar con la puerta de mi balcón cerrada para grabar”.
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Pero incluso así, ha disfrutado de esta ventana al mundo. A las 8 p.m., sabe que tiene una cita con la mùsica y sus vecinos de la torre de al frente quienes, desde su terraza ponen a sonar ‘Volveremos a juntarnos’.
«Usamos mucho el balcón. Ahora puse el rodillo de la bicicleta allí, para aprovecharlo más», cuenta Olga. Desde marzo, su apartamento es su casa, su oficina y su estudio de grabación. Allí, con su chelo y un celular ha grabado proyectos con Juanes y otros artistas. De cuando en cuando, mira a los cerros, desde su balcón.
Como ella, muchos ciudadanos, en medio del encierro, han descubierto a su balcón como una forma de escape. Algunos le han dado una limpieza, sacándolo de su condición depósito de chucherías al aire libre, colgadero de ropa y secadero de zapatos para hacerlo un espacio habitable de la casa.
Allí hay ahora un punto para recibir el sol, ver la
vida del barrio a distancia y hasta para recibir conciertos o serenatas y para seguir sesiones de aeróbicos, como ha sucedido en algunos puntos de la ciudad.
En un pequeño sondeo, EL TIEMPO captó todo tipo de sentimientos frente a este espacio. “¡Ha sido súper! Hemos tenido de todo un poco, música, ejercicio e incluso cine”, celebró Johana Agudelo.
Por su parte, Diana de Los Ángeles, reconoció “lo curioso es que hasta hace un tiempo los diseños arquitectónicos de los edificios residenciales no tenían balcón. Después si se incluyeron pero la gente no salía. Y ahora son una gran opción y salvación para el encerramiento”.
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Sin embargo, hay quienes no la han pasado tan bien. “Ando tragando el humo de cigarrillo de mis vecinos que me tienen enferma. Me duelen la cabeza y los oídos, y estoy congestionada. Y no es covid, es alergia al cigarrillo”, se quejó, Juliana Hernández.
El uso formal del balcón, con sus reglas y libertades, no es algo tan extendido en la capital como sí lo es en Europa u otras zonas estacionales del mundo, donde el balcón presta servicios en el verano. Para nosotros, la cuarentena lo ha hecho un espacio por descubrir.
Sin embargo, vale recordar que el entusiasmo no debe nublar la prudencia. Hay voces que advierten que se deben guardar las precauciones de bioseguridad.
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